jueves, 24 de abril de 2014

El mito del homosexual pederasta

Estoy convencido de que el mito del homosexual pederasta tiene su origen en una sociedad europea machista, que consideraba que el matrimonio de una niña de 12 años con un hombre de 30 era lo más normal del mundo, mientras que las relaciones sexuales voluntarias de un hombre de 20 con un hombre de 21 eran consideradas una forma de pederastia, de abuso de menores. En Europa, durante gran parte de los siglos XIX y XX, cuando la homosexualidad no era directamente ilegal, la edad de consentimiento sexual para las relaciones sexuales masculinas se colocaba con la mayoría de edad, a los 21 años; en cambio, las leyes permitían el matrimonio de niñas de hasta 12 años, sin necesidad de que fuesen mayores de edad, pasando de la tutela del padre a la del marido.

De hecho, se usan a menudo dos palabras distintas para el abuso de menores según el sexo: «estupro», para las niñas, y «pederastia/pedofilia», para los niños, palabras que no generan la misma indignación moral. En cuanto se dice «pederastia» todo el mundo piensa en niños violados por homosexuales, a pesar de que en su definición es equivalente al abuso sexual infantil, sin especificar el sexo de la víctima, ni la orientación sexual del agresor.

El mito sigue vivo: la internacional homofóbica cristiana se encarga de extender ese «hay que proteger a los niños», en el que va sobreentendido el «de los depredadores homosexuales». Implícita va la creencia de que la homosexualidad se contagia como una enfermedad o que es un «vicio» tan placentero, que aquel que entra en contacto con él se queda enganchado. Esta última idea resulta un tanto curiosa, ya que confirma que los más homófobos son gays en el armario, que temen «quedarse enganchados».

No todo el mundo es fundamentalista cristiano que cree estas falacias a pies juntillas, pero sigue habiendo mucha gente que, a pesar de no creer en el «ogro homosexual», siguen pensando que los hombres homosexuales tienen una mayor tendencia a ser depredadores sexuales de menores que los heterosexuales, que la pedofilia se da más entre los gais que entre los heterosexuales.

Pues es un mito. No hay estudios científicos que muestren que los gais abusan de menores en una proporción mayor que los heterosexuales. Debería hacernos reflexionar. Los homosexuales masculinos son aproximadamente un 5% de la población, es decir los heterosexuales son un 95%. Si hacemos caso de los estudios que dicen que no hay diferencia en la incidencia de abuso a menores, quiere decir que la mayoría de los abusos sexuales (¿95%?) son realizados por heterosexuales o por pedófilos que no muestran preferencia sexual en adultos.

¿Por qué pensamos en «maricones» en cuanto sale una noticia sobre abuso de menores?

Actualizado: un artículo interesante sobre el tema en Box Turtle Bulletin.

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