lunes, 20 de mayo de 2013

Destino Ítaca

Un interesante comentario de Pau Marí-Klose y Francisco Javier Moreno Fuentes titulado «Destino Ítaca: ¿Estamos ya todos a bordo?» destruye algunos tópicos y aclara algunos asuntos.

[...] En el escenario de mayor tensión que se recuerda entre elites políticas del Estado y de Cataluña, no existe un verdadero relato que, desde dentro de la sociedad catalana y marcando distancias con las líneas argumentales de la derecha más inmovilista de corte nacionalista español, actúe de contrapunto al “pensamiento único” independentista impuesto desde las esferas políticas y mediáticas de Cataluña. Un relato que proponga un modelo de articulación política e institucional que, reflejando fidedignamente la inequívoca voluntad de autogobierno de la sociedad catalana, tratase de dar respuesta a sus necesidades reales: desempleo, crecimiento de la vulnerabilidad socio-económica, deterioro de los servicios públicos, gradual desmantelamiento del Estado de bienestar, indignación ante la corrupción en las instituciones públicas y en la esfera política.
La extrema debilidad de narrativas alternativas obedece a nuestro juicio a un doble proceso de distorsión de la voluntad de la ciudadanía frente a un proyecto independentista establecido como discurso dominante: 1) el desarrollo de un proceso de “espiral de silencio” que ha enmudecido a los sectores de las élites académicas, intelectuales, culturales, sociales y políticas que no comparten el ideario independentista, y 2) la inexistencia de portavoces de aquellos segmentos de la sociedad catalana (demográficamente muy amplios) que por sí solos carecen de los recursos para conformar la agenda pública y/o política (grupos con niveles de renta media-baja y baja), y que muy mayoritariamente no abrazan la causa nacionalista.
Me resulta interesante ver por primera vez que alguien pone por escrito la pregunta «¿donde están los antinacionalistas de izquierda?» (todas las izquierdas deberían ser antinacionalistas por principio). Igualmente interesante es que se trate de explicar porqué han desaparecido las voces disidentes dentro de la sociedad catalana. Personalmente creo que esta «espiral de silencio» es mucho más violenta de lo que dan a entender los autores, pero por lo menos el mecanismo está negro sobre blanco.

El segundo punto que me llama la atención es que desmontan el mito de que el peor nacionalista es el de padres inmigrantes. Si bien es cierto que siempre hay casos extremos (mujeres misóginas, homosexuales homófobos, etc.), parece ser que las encuestas demuestran que las clases bajas y medias-bajas no son nacionalistas, pero que están poco representadas, tanto en el discurso público, como en la política.

Más interesante todavía son los dos primeros comentarios al artículo. El primero repite uno de los mantras nacionalistas: «democracia es votar». Evidentemente se refieren a votar qué, como y cuando según su propia agenda. El segundo parece ni siquiera haber entendido el artículo. Son un claro síntoma de lo que está pasando en Cataluña.

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