viernes, 30 de marzo de 2012

Lecciones de la Iglesia sobre cómo perseguir a las víctimas de abuso infantil

Muchos de los que defienden a la Iglesia católica en los continuos escándalos de abusos a menores emplean los siguientes argumentos:
  • los abusos no los hizo la Iglesia, sino algunos de sus miembros, ovejas descarriadas;
  • la Iglesia no puede abandonar a sus miembros, incluso cuando realizan cosas horribles, al fin y al cabo, la Iglesia debe perdonar al pecador.
Ignoraré otros razonamientos, como los del arzobispo de Tenerife, que justifica los casos diciendo que, «Si te descuidas, te provocan.» No merece ni la pena. En cambio los dos argumentos anteriores podrían tener alguna validez... si no fuera porque la Iglesia los desmiente todos los días.

La última es el arzobispado de Nueva York, actualmente, primado de Estados Unidos. Parece que no contentos con arrastrar por los juzgados a las víctimas de los abusos, ahora atacan a las asociaciones que defienden a las víctimas, en este caso a Survivors Network of those Abused by Priests (SNAP). En un movimiento realmente ruin, han pedido judicialmente a la SNAP todos sus archivos, a pesar de que SNAP no es parte implicada en el juicio. Así, la asociación tiene dos opciones. La primera, ir a juicio para defender la privacidad de las víctimas y gastar el dinero que no tienen en abogados, compitiendo con el dinero y los abogados de la Iglesia, probablemente hasta tener que cerrar sus puertas. La segunda es dar la información que tienen sobre las víctimas a los abogados de sus torturadores, incluyendo confesiones privadas y confidenciales, sus pensamientos privados. Así conseguirían violar por segunda vez a sus víctimas de abuso infantil.

No está mal la jugada de ajedrez. Si no puedes demostrar tu inocencia, haz callar a los que te acusan, como sea.

P.D. Para aquellos que se molesten en leer el artículo y piensen estoy manipulando, que son los abogados del cura pederasta los que piden los papeles, y no la Iglesia, les sugeriría que se pregunten de dónde sale el dinero de los abogados y que busquen el concepto de obediencia sacerdotal.

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