jueves, 29 de noviembre de 2012

Asesinos

El día martes de la semana pasada, un chico romano se suicidó al ya no soportar más el acoso homofobico en el instituto. Nadie lo defendió, ni profesores, ni alumnos, ni el director. Nadie se tomó en serio que se acosara como a un perro a un joven de 15 años porque se pintaba las uñas de rosa. Una profesora incluso lo humilló delante de toda la clase por ello. Uno más de la multitud de jóvenes LGBT, o simplemente percibidos como LGBT, como en este caso, que se quitan la vida porque sus compañeros de clase, su familia o su sociedad convierten su vida en un infierno tal, que la muerte resulta un alivio.

Ahora resulta que en el instituto nadie tiene la culpa. Los profesores no vieron nada. Los compañeros siempre lo trataron bien. El chico nunca dio señales de desasosiego. Parece incluso que la página de Facebook que se creó específicamente para denigrarlo apareció por arte de magia. Todos ellos se ven como víctimas de la prensa.

Pues yo quiero llamarlos por su nombre: asesinos. Tanto los acosadores, como los que miraron para otro lado, como los que crean las condiciones para que esto ocurra, todos son asesinos y tienen sangre en sus manos. Todos aquellos que con la excusa de sus ideologías o religiones no hacen lo posible por evitar estas muertes, todos ellos están sentados sobre una enorme pirámide de adolescentes muertos. Empezando la Iglesia y buena parte de nuestras sociedades, acabando por los políticos que luchan contra la aprobación de leyes para acabar con las muertes.

Y finalmente no quiero olvidarme de la familia, que ahora afirma que el chico no era homosexual. Primero, ¿qué más da si era homosexual o no? Segundo, fuera o no homosexual, el que se niegue con tal ardor que lo fuese, simplemente le estaba diciendo al chico que no lo querían, que su amor por él era de pandereta, sólo lo aceptaban porque pensaban que era heterosexual, lo fuese o no. No querían a su hijo / nieto / hermano, sino que querían a una bonita fachada mientras que estaban carcomiendo las vigas con su hipocresía.

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