sábado, 28 de abril de 2012

Sherlock Homolmes

Una de mis series favoritas es Sherlock. Basándose más o menos en las historias de Arthur Conan Doyle, han conseguido modernizar los relatos, incluyendo de forma natural tecnologías como los blogs, los móviles y los SMS. El Sherlock de la serie se mantiene sexualmente indefinido. No se le conocen intereses sexuales. En algunos capítulos se insinúa que es homosexual, en otros que es heterosexual y finalmente en un capítulo se dice explícitamente que es asexual, sin que en ningún momento quede el asunto del todo claro.

La cuestión es que, es posible que el mismo Doyle hiciese a su personaje homosexual. El autor consideraba que las historias de Sherlock estaban por debajo de su talento, que él estaba llamado a escribir Literatura, así, con mayúscula. Para deshacerse del personaje lo intentó todo, desde convertirlo en cocainómano, hasta matarlo, cualquier cosa con tal de alejar al público del personaje. Así que no sería de extrañar que Doyle hubiese convertido a Sherlock en homosexual para hacerlo más antipático.

Graham Robb, en Strangers. Homosexual love in the nineteenth century, tiene otra teoría: el detective era homosexual desde el principio, ya que el personaje en el que se basa, el caballero Auguste C. Dupin de Los crímenes de la calle Morgue de Edgar Allan Poe, lo era. Robb busca en Los crímenes de la calle Morgue diversos detalles y alusiones, que, para quien se moleste en mirar, resultan en una historia sobre una pareja de homosexuales viviendo la vida nocturna. Por ejemplo menciona la escena en la que el narrador y Dupin se encuentran como un flechazo:
Sentí el alma encendida en mi interior por el salvaje fervor y la vívida frescura de su imaginación. Buscando en París los objetos que buscaba, sentí que la compañía de un hombre tal me resultaría un tesoro más allá del dinero; y le confié este sentimiento con franqueza. Finalmente decidimos que deberíamos vivir juntos durante mi estancia en la ciudad.
De hecho, Robb cuenta que Doyle conoció a Oscar Wilde en agosto de 1889, y que esa experiencia le impresionó profundamente. Afirma que es muy posible que Doyle se basase en algunas características de Wilde para dar a Holmes el aire de esteticismo y decadencia tan en boga en la época: sus «ojos lánguidos y soñolientos»,  «arte por amor al arte» (en este caso, el arte de la resolución de crímenes), su «extraordinaria delicadeza en el tacto», su «gatuno amor a la limpieza» y su sangre de artista. También el hermano, Mycroft Holmes, pasa las tardes en un club exclusivo para hombres, observando los «magníficos tipos» que entran, el Club Diógenes, «el club más raro de Londres, y Mycroft, uno de los hombres más raros». «Raro», en el original inglés «queer», ya había tomado la connotación de «homosexual» en la época. También la calle Vere es mencionada en las historias, cuando tras casi perder la vida allí, Holmes le pide a Watson mudarse con él al Continente; eso poco después del escándalo que se había dado en esa misma calle de Londres. En fin, que las historias de Holmes están llenas de mensajes y pistas para quien quiera y sepa verlas.

No sólo Sherlock, también otros muchos detectives posteriores comparten ese punto ambiguo, como por ejemplo Arsenio Lupin de Maurice Leblanc o el Poirot de Agatha Christie,
Ah, mon ami [Hastings], se puede tener romanticismo sin chicas de cabellos dorados de belleza incomparable.
Robb cree poco probable que todos estos autores hayan «copiado» la ambigüedad sexual de los detectives de Poe y Doyle, ya que, por ejemplo, Balzac creó un personaje similar al de Poe al mismo tiempo: Vautrin. Él cree que se trata de un arquetipo, el del chamán o berdache, un personaje sexualmente indefinido, un mago (warlock en inglés ~Sherlock), un ser nocturno relacionado con la clarividencia y la adivinación, que conoce el mundo de las almas y los secretos de la vida. Ya Edward Carpenter relacionaba en 1911 en Intermediate types among orimitive folks a los chamanes con los uranistas y con las dotes especiales de observación; observación similar a la realizada por Heródoto sobre los hombres-mujer escitas 2000 años antes.

Al fin y al cabo, como creo que ya he mencionado en otra entrada, cada lector tiene derecho a interpretar lo que lee como a él le parece. Y precisamente son aquellas historias más ambiguas las que permiten un mayor número de interpretaciones y hablan a un mayor número de lectores. ¡Lectores al poder!

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